lunes, 17 de marzo de 2008

Noche de sábado un poco más especial

El segundo post de hoy va dedicado a este enorme fin de semana que terminó con el sonido de mi despertador esta mañana. Desde el viernes por la noche que me fui al cine a ver a Portman y Johanson, pasando por la fiesta del sábado y el día que pasamos Claudia y yo durante el domingo de ramos.

Y todo fue posible gracias a que Virusín ha caído. No ha quedado ni rastro visible ni sensible de su dañina actividad. Hora también de que los ejércitos de anticuerpos se retiren hasta próximo aviso.

Como os decía, la caída a tiempo de esa jodida bacteria me permitió el sábado rodearme de mis amigos que contó con la importante ausencia de Bea para celebrar en cierta manera que yo era el único periodista que restaba por abandonar el nido de víboras.

Puntualmente llegó Carlillos a la hora acordada, y ahí estuvimos tomando un aperitivo mientras arreglábamos el país, como suele decirse al parloteo entre buenos compadres. No mucho tiempo después llegaba Claudia, seguidos de mi hermana y Dani (estos con la tripa llena después de una cena en el Ginos). El siguiente en aparecer fue Javi, y muy a ritmo de cuentagotas, llegaron Ana y su novio Jorge.

Decidimos pasar un rato en el piso mientras jugábamos a uno de mis juegos de cartas de rol favoritas: el Ciudadelas, del que probablemente hable algún día en un post. La foto de arriba corresponde a uno de los momentos de la partida.

A la una y pico acordamos salir de farra por ahí. Comenzaba la tarea de esquivar locales donde nos hicieran pagar o estuviéramos alejados de masas latinas, kinkorros, pijos, emos, bakalas... en definitiva: rodearse de gente normal. Y como no podía ser de otra manera, acabamos en nuestro local de siempre donde se une la tríada de gratis-música aceptable-gente normal.

Bueno, en la noche del sábado hubo uno que se creía que estaba en un concierto de los Maiden, y no paraba de llamar la atención subiéndose a las mesas, o lo que ya colmó el vaso: una barandilla con la intención de arrojarse sobre la pista central con la feliz idea de que los allí presentes le llevaran a hombros cual leyenda de las cinco cuerdas. Fue rápidamente sacado de allí.

Nos fuimos de allí cuando sonaron los primeros segundos de una canción de Fito. Y no, tampoco esa noche pusieron el Mesa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Antonio:
Seguro que te asombrará este comentario de tu madre, de esa madre a la que siempre le recriminas (con cariño, lo sé) que no te lee con la frecuencia que tú desearías. Hoy quiero hacer algo que no hago desde hace mucho tiempo, desde que estabas en esa burbuja de cristal y yo te "hablaba" y esperaba tu llegada. Ya a los tres meses tenías prisa por llegar (esa dichosa puntualidad que te caracteriza) Conseguimos "retenerte" hasta los siete meses y medio y, por fin, llegaste (te lo he contado muchas veces) con los ojitos abiertos, deseando ver mundo. Quiero escribirte una carta en la que tú serás el protagonista (tu hermano tendrá su momento también) ¿El motivo? Son dos: tus estudios finalizados y el comienzo de una nueva etapa. Siempre has sido un niño cariñoso, sensible y dispuesto a ayudar cuando hace falta. Hemos pasado por momentos muy duros, los tres lo sabemos bien. La ausencia de tu padre cuando estabas a punto de cumplir los dieciséis años nos dejó un profundo vacío. Has madurado a otro ritmo y con las circunstancias. Sé que él estaría tremendamente orgulloso de ti como lo estoy yo ahora. Pero no es una carta para que te entristezcas, ni mucho menos, al contrario: es una carta llena de esperanza y de ilusión por ti. La vida nos ha dado algo muy importante, el poder ampliar nuesto círculo familiar. En Kike he encontrado el amor de la madurez, el respeto, el amigo, la honestidad de unos sentimientos. En Laura, la hija que no pude tener (crecidita, eso sí, a la que me hubiera encantado hacerle coletas y ponerle lacitos);ese niño(en el buen sentido) encantador que es Dani; Carmen, la novia de Luci y Claudia, que espero que pronto se sume a este ambiente familiar y a la que le ha tocado compartir estos momentos tan importantes contigo. Me siento afortunada por estar cerca de todos vosotros. No siempre mis decisiones han sido las que tú esperabas, pero has sabido comprenderme y escucharme. He tenido y tengo un gran apoyo en ti. Te he dicho muchas veces que eres una persona de talento, que a través de tus escritos sabes decir lo que otros quisiéramos hacer pero que no sabemos cómo. Encontrarás tu sitio en este mundo competitivo y estoy segura de que , por donde pases, serás apreciado por quienes te conozcan (no es amor de madre, es verdad). Tu padre y yo siempre intentamos transmitiros que lo esencial en esta vida es ser uno mismo y una buena persona y estoy muy feliz por los resultados.
Al despedirte de mí cuando hablamos, me sueles decir: "te quiero mucho, mamá". Hoy déjame decirte yo algo: te quiero infinitamente más.