sábado, 29 de marzo de 2008

Madrid es la capital de la bacanal


Hoy he estado leyendo en el suplemento de Madrid que publica el diario El Mundo un reportaje acerca de los locales de ambiente liberal que hay en la capital. Pese a lo que se pueda pensar, no hay muchos, y su número está creciendo exponencialmente en los últimos años. Madrid ha descubierto el placer de la bacanal.

Nombran los locales más conocidos: Talismán, Triángulo, Royalty... como templos zen de la sexualidad más desinhibida. Como siempre suele pasar en estas cosas, el hombre que va solo es el gran perjudicado pues su acceso no siempre es permitido y cuando le dejan pasar, es a base de billetera.

Me sorprende leer que en ciertos de estos locales no se permite la entrada a parejas mayores de 45 años, una medida completamente nazi y desconozco sinceramente el motivo de dicha norma. Por supuesto, tanto las parejas como los grupos de mujeres o incluso las mujeres solas pasan gratis.

De entre las cosas que leía también me sorprendió el hecho de que ahora todo el rollo va por pulseras. Las pulseras son capaces de decir eso que a uno le daría cierta vergüenza: esto es, el primer paso. Me explico; las pulseras amarillas son para aquellas parejas exhibicionistas que quieran practicar sexo únicamente entre ellos pero que desean ser observados por el personal que se la casca con la diestra o la siniestra. Una pulsera roja significa que la pareja en cuestión es bisexual y que está abierta a propuestas. Los que no lleven pulsera están "a verlas venir". Vamos, que te pueden hacer de todo.

Os dejo, para finalizar, con las declaraciones de uno de los empresarios de este tipo de negocios:

«Nosotros somos como las primeras civilizaciones mesopotámicas, del año 2.000 antes de Cristo, que vivían el sexo como pura diversión (...) En esa época, el coito se consideraba un gesto sagrado, y la mejor forma para acercarse a los dioses era el orgasmo. Por eso el pudor no existía, y a la hora de fornicar, nada mejor que hacerlo a la vista de cuanta más gente, mejor. Cuatro milenios después, nosotros hacemos lo mismo»

Ole

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