Esta mañana al bajar al salón me encontré con esta joya de libro cuidadosamente envuelta; rompí el papel como un loco (siempre lo hago) y se esbozó en mi cara una sonrisa similar a la que siente uno cuando ve a un buen amigo.
Uno de mis propósitos de año nuevo era ponerme a cocinar más en serio, platos más currados que los de costumbre. Prometo contaros mi incursión de la mano de este mallorquín afincado en Madrid. Porque como bien dice Julius: "ya que hay que comer por narices, lo mejor es convertir esa necesidad en un placer". Y como parece que la típica patata dentro del zapato no lo han considerado sus Majestades un bocado de su gusto, han considerado oportuno ofrecerme la sabiduría de este joven chef. Pues habrá que ponerse a ello.
Va por ti, maestro. Desde hoy te ha salido formalmente un discípulo.
1 comentario:
Jejeje enhorabuena hombre, a ver cuándo nos preparas una delicatessen!
Y usté a verlas venir eh? Quelistoquelisto...
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