sábado, 5 de enero de 2008

20 años salvando a la Princesa Zelda


Este año pasado se ha cumplido el vigésimo anivesario de la creación de esta importante serie del mundo de los videojuegos. Para mí es la mejor saga de la historia, para qué vamos a engañarnos. De los 23 años que yo tengo, Link lleva 20 dando guerra. He crecido con él, como tantos otros chavales que nacimos a mitad de la década de los 80 y que le conocimos en la misma época que a Mario o Samus. Desde que Shigeru Miyamoto lo creara allá por el año 1987 ha llovido mucho y este sector ha evolucionado a la velocidad de la luz; y al igual que yo he cambiado desde ese año hasta el presente, el protagonista, el videojuego, la serie... también.

La serie de juegos basados en Link- nombre del protagonista- ha tenido presencia en todas las consolas de Nintendo y ha sido, por tanto, testigo presencial de la evolución en las formas de hacer de este trabajo en su vertiente técnica y narrativa. Hoy en día es cierto que los videojuegos están fuertemente influenciados por el cine, lo que determina unas maneras de hacer las cosas que probablemente cambien en el futuro. A través de la serie de posts que comenzaré a escribir próximamente, veremos las razones por las que Link lleva rescatando a la Princesa Zelda durante 20 años. Haré un análisis de cada una de las entregas que han salido al mercado desde 1987 hasta 2007.

¿Cómo un juego que plantea en la mayoría de sus entregas (que no todas) el mismo planteamiento consigue crear tanta expectación cuando se anuncia una nueva secuela? ¿Por qué se convierte en líder de ventas sabiendo que al final del juego todo va a salir bien? ¿Cómo un juego ha sabido sostenerse siempre en la cumbre cuando su protagonista nunca ha dicho una sola palabra en un género en el que el texto es fundamental? ¿Por qué tiene tantos adeptos en todas las entregas?

La respuesta únicamente se encuentra jugando a las 16 entregas oficiales. Sí, en estos años, Link también ha contado con aventuras "no oficiales" que forman parte de su vida privada, aquellas aventuras, experiencias que nos reservamos para nosotros exclusivamente. Porque oye, al fin y al cabo, le entendemos. Él también ha crecido con nosotros.

No hay comentarios: