domingo, 20 de enero de 2008

La secuela de Zelda que no dejó indiferente

Después del increíble éxito de la primera parte de la saga, dos años después Nintendo se decidía a continuar tras los pasos del héroe que con el paso de los años se convertiría en leyenda. Nacía, así pues, The Legend of Zelda: The adventure of Link para la NES en 1989.

El juego anterior constituyó un gran éxito y se quiso repetir la experiencia pero con ciertas novedades que, en realidad y con el paso de los años, no resultaron tan satisfactorias como en un principio estaban planeadas. Esta segunda parte fue un experimento que decidió sacarse al mercado aprovechando el renombre del anterior. Una experiencia parecida la tenemos con el Super Mario Bros 2 también para la NES, que junto con este Zelda forman la pareja de juegos más bizarros de entre todas las entregas de sus respectivas sagas.

La novedad principal de The Adventure of Link radicaba e
n la introducción de elementos RPG tales como la posibilidad de subir de nivel - la primera y la única vez que se implentó esta posibilidad- y que permitía hacer más poderoso a nuestro protagonista según avanzaba la historia. Esto también requería ir buscando combates para superar los difíciles desafíos que vendrían después, algo muy al estilo de sus hermanos de la época: la saga Final Fantasy, de la que también tomó todo el tema místico de los cristales de poder.

En cuanto a la historia, se resume básicamente en esto: Un perverso hechicero lanza una maldición sobre la Princesa Zelda, haciéndola caer en un sueño eterno. Link descubre que el brujo ha huido a las antiguas ruinas del Gran Palacio y que el único modo de romper el hechizo sobre su querida princesa es reunir los fragmentos de un cristal mágico.


Dos grandes características introdujo esta segunda aventura. Por primera vez, Link podía acceder a pueblos donde se vería obligado a hablar con sus habitantes y resolver un pequeño problema local para obtener como recompensa un objeto vital que le permitía avanzar.

La otra gran característica de este juego era que cambiaba el planteamiento ofrecido en la primera parte. La vista cenital que caracterizaba a la anterior entrega se mantenía, pero cambiaba a la vista lateral cuando el protagonista entraba en combates, palacios (mazmorras) o los pueblos. Y el mapeado que tanto había maravillado a los jugadores aumentaba considerablemente su exte
nsión exprimiendo la consola hasta las fronteras más inimaginables para la época, dando la impresión de estar ante un mundo casi infinito.

Finalmente, me parece interesante apuntar la enorme y desproporcionada dificultad con que contaba la segunda aventura de Link. Un juego que significó un salto cualitativo frente al anterior y que hoy en día, está considerado como el juego más difícil de los Zelda.

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