lunes, 23 de junio de 2008

Un fin de semana variado

El viernes por la mañana asistí junto con mi jefe a la presentación de Ibercivis, en la sede central del CSIC. Ibercivis es un proyecto de investigación que hace partícipe al ciudadano y le hace aportar su granito de arena a la ciencia a través de facilitar el acceso de los investigadores a su ordenador para que estos puedan trabajar en él cuando está inactivo.

Estuvieron presentes el Secretario de Estado de Investigac
ión, Carlos Martínez, el Presidente del CSIC, Rafael Rodrigo y el director del CIEMAT, Juan Antonio Rubio... entre otros.

Posteriormente se sirvió un catering digno de los mejores paladares y en el que pude poner ciego perdido.


Ese mismo viernes, por la tarde, teníamos en el Colegio la Asamblea anual a la que pueden asistir los colegiados. En ella se hace un balance de la situación del Colegio de Físicos en un año, así como sus proyectos futuros.

2 horas y media de pie haciendo fotos me dejaron matado, sumado a las otras tantas que había estado por la mañana en el CSIC.

Al terminar la reunión, se sirvió otro catering un poco más modesto pero que disfrutamos todos juntos. Ese viernes comí y cené por la patilla, by the face. Me marché luego a Tole
do con el estómago lleno.

Este fin de semana, y algo más relajado tras las comilonas del viernes, lo pasé con Claudia. Si bien el sábado fue algo más tranquilo, el domingo decidimos pasar todo el día por Madrid.

En vistas a que la semana pasada estuvimos en la exposición del 2 de mayo que dirige Arturo Pérez Reverte, acordamos visitar el escenario más importante de toda la jarana que se montó en Madrid hace 200 años.

Nunca había estado en la Plaza del 2 de Mayo. Me sorprendió gratamente. Es una plaza pequeña, humilde y muy tranquila. En su centro se encuentra el pórtico del antiguo parque de Monteleón, en cuya entrada lucharon ferozmente los madrileños capitaneados por los héroes Daoiz y Velarde, que cayeron muertos en la refriega francesa.

En honor a estos dos militares españoles se construye la estatua que embellece esta plaza y con la que quise retratarme junto a los dos únicos oficiales del ejército español que tuvieron los huevos de plantar cara a los franceses, conscientes al mismo tiempo de toparse con una muerte segura.

P.D. La jornada la completamos comiendo a la brisa de una terraza en la misma plaza y al finalizar la tarde nos fuimos al planetario, donde siempre llama la atención la sensación de ser la escoria más absoluta en el cosmos.

En definitiva, un fin de semana profesional, gastronómico, cultural y romántico.


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