jueves, 19 de junio de 2008

Todos nos aprendimos su nombre

Una de las escenas peliculeras que más me gusta practicar con el asunto del doblaje es la protagonizada por Íñigo Montoya en la película "La princesa prometida". Este fue un largometraje -de un extraño humor y algo de bizarrismo- que hasta hace muy poco tiempo consideré un extraño sueño que tuve cuando era pequeño. Fue el momento en que lo descubrí con el resto de mis amigos cuando descubrí su verdadera naturaleza como película.

A todos nos resultaba simpático este personaje ataviado con viejos ropajes que dibujaban muchos kilómetros a pie e innumerables noches bajo la luna, a la interperie.

No puedo evitar referirme al cariño que siento por esa película, así como a la carta Magic que Dani elaboró con motivo de este carismático espadachín español que ya se encargó de repetirnos hasta la saciedad cómo se llamaba y cuál sería la misión en su vida.

Sin lugar a dudas, constituye una de las frases más famosas de toda la historia del cine. ¡Cómo para no acordarse!


1 comentario:

*IrE* dijo...

jiijiji te tuentizaste :P:P:P